J. Edward Chamberlin, Ph.D. Professor of English and Comparative Literature University of Toronto Toronto, Ontario, Canada La contradicción de los colonizadores Revisando los treinta y cinco años que tengo trabajando en el campo y al mismo tiempo viendo los pasados trescientos, cuatrocientos, quinientos años en las Américas, y más en otras partes, encuentro una dinámica común que es el asunto de la tierra, el asunto de la soberanía, el asunto del desplazamiento, de la expropiación a las gentes aborígenes, y esto viene desde un viejo, ancestral encuentro entre los cazadores-recolectores y los agricultores. Esto se remonta decenas de miles de años a los grandes movimientos de los colonizadores agrícolas a través de Asia, de a través de India, por Europa y que llegan a Africa--impulsados por personas de todas las razas con ambiciones agrícolas que se apropiaron de la tierra de los cazadores-recolectores. Es un encuentro ubicado profundamente en la historia humana y también en la sicología y sociología de las sociedades colonizadoras. Existe en esto una profunda contradicción porque no hay nada establecido acerca de las sociedades colonizadoras. Todo el asunto acerca de las sociedades colonizadoras es que siempre se están moviendo, ubicándose en la tierra de alguien más. Incluso, cuando ellos toman esa tierra, todo el tiempo imaginan a las personas aborígenes como vagabundos, nómadas, como gente que puede hacerse a un lado porque está todo el tiempo en movimiento. Por lo tanto, tienes a estos colonizadores, agricultores que vienen desde miles de millas de distancia para poner una granja en la nueva tierra, viendo a la gente que ha estado ahí por decenas de miles de años como gente holgazana que no tiene casa. Esto es tan bizarro--tan sin sentido--y esto se enlaza con el lenguaje que usamos acerca de los cazadores-recolectores que los identifica como los aborígenes y a los colonos como las gentes establecidas. Y sin embargo, todas las historias que surgen de ambas comunidades culturales, los colonos y los aborígenes, tienen un sentido distinto. El jardín del Edén Las grandes historias de la tradición judeo-cristiana, por ejemplo, nos dicen que vamos y cultivamos en la tierra de alguien más porque hemos sido expulsados del lugar donde empezamos--el Jardín del Edén. Y haces que eso fructifique y se multiplique--por lo tanto siempre se necesitará mandar a los hijos a alguna otra parte. Esa "otra parte" es un lugar donde otras personas viven. Todas esas otras personas son, típicamente, los aborígenes. Continuamos atados a una singular noción de lo que es la forma de vida "civilizada"--progresista--en el mundo. Y es vivir como un granjero o como un obrero, vivir en la sociedad agrícola-industrial, vivir en el tipo de formas que nuestras historias apoyan y refuerzan--tanto nuestras viejas historias como nuestras nuevas historias. No tenemos el sentido de otras formas de ser que no sean los primitivos asentamientos, como si las cosas que superas te hicieran más civilizado. Por lo tanto, yo empiezo desde esa historia y entonces me traslado a la necesidad de que todos nosotros, en el lado de los colonos, reimaginemos esto que ha estado pasando. Tenemos que encontrar formas de entender la complejidad, la sofisticación, los valores estratégicos de las tradiciones aborígenes--no con la intención de tratar de restablecerlas, pero con el reconocimiento de que es una forma de ser en el mundo, que esta forma de conocimiento ha estado primero en el mundo, pero también que es parte de una distinguida tradición de adaptación humana a, y en colaboración con, el mundo natural y con otras tradiciones. No digo esto para que despreciemos lo que hemos estado haciendo porque lo que hemos estado haciendo implica una vieja y ancestral historia de hacer que la tierra sea productiva de forma tal que pueda alimentar a un mayor número de personas, especialmente a las que se congregan en las ciudades. Pero lo digo para reimaginar una forma que considere los predicamentos y la devastación creada para la población aborigen y la brutalidad que frecuentemente la acompaña, como las feroces limpiezas étnicas que suelen ocurrir. Limpieza étnica La limpieza étnica es una vieja historia en las Américas. Esto es lo que pasó cuando los colonos expulsaron a los cherokees de Georgia--buscaban limpiar Georgia para la agricultura y enviar a estas gentes a otro lugar. Es la historia del sistema de reservaciones--una forma de bloquear por dentro y fuera a los aborígenes. También es la historia del sistema escolar, especialmente de las escuelas residenciales establecidas en ciertos lugares sólo para niños indios o aborígenes o como parte de un esquema general para hacerlas para granjeros, para cristianos o para el resto de las personas como nosotros. El asunto, justamente, es que así como los colonos no nos vamos a ir, los aborígenes tampoco se van a ir--y Dios sabe que nosotros hemos tratado. Las sociedades de colonizadores han utilizado todo tipo de medidas a su disposición, desde el asesinato, diversas estrategias educativas, formas institucionales de soborno, hasta toda clase de leyes complicadas y estrategias legislativas. Ninguna de estas estrategias--atropellar y disparar a los indios, darles cobijas infestadas de viruela o rodearlos como a ganado dentro de reservaciones--ha eliminado a los aborígenes de las Américas. Y no va a pasar. Eso está tan claro como el cristal. La pérdida del idioma Normalmente, la estrategia ha sido eliminar intencionalmente el idioma lo que es una verdadera clase de sabiduría perversa--el conocimiento del lenguaje es sustancialmente importante para que las personas tengan un sentido de quienes son, a donde pertenecen, la forma en que nombran los lugares donde viven y la forma en que conocen el mundo. Por lo tanto, si eliminas el idioma, entonces puedes eliminar la identificación de las personas como indios o aborígenes o diferentes. En ese momento reemplazas su idioma con el idioma que la sociedad colonizadora está usando. Al hacer esto fracturas por completo el sentido que la comunidad tiene de ella misma y abres la oportunidad para que la sociedad de los colonos transforme a los aborígenes en no-aborígenes, para crear un tipo de homogeneidad. Hemos perdido muchos de los idiomas aborígenes de las Américas durante el último siglo--probablemente miles. Estamos perdiendo más cada año. Hay idiomas a través de todas las Américas, del norte a sur, que están en peligro. Si podemos encontrar la forma de revertir esto, entonces podríamos hacer algo muy importante que nos ayude a pensar en la forma de acomodar la soberanía aborigen, la autodeterminación dentro de las Américas, de norte a sur. La importancia de la tradición oral Mi campo, estudios literarios, es uno que, por todo este entusiasmo de moda por el poscolonialismo, continúa estando ligado a la idea de que realmente las sociedades serias son aquellas en las que se puede leer y escribir--y toda esa clase de cosas--y que si continuas con el tambor danzando y cantando, te falta mucho por caminar. Hay evidencias en todo el mundo de que esto no es así y nuestra sociedad está profundamente comprometida con la tradición oral. Todas nuestras principales instituciones--iglesias, juzgados, escuelas, parlamentos, congresos--son instituciones de tradición oral. No obstante, todavía nos parece difícil de ver la similitud con las tradiciones orales aborígenes o ver a estas últimas tan sofisticadas y civilizadas como las nuestras. Los historiadores--todo el conjunto de nuestras disciplinas--están atados a formas de ver el mundo que continuamente ponen a los aborígenes en una fase temprana del desarrollo humano o en una fase primitiva de la sociedad humana. Eso tendrá que cambiar porque está equivocado. Es como decir que "Colón descubriera América"--esto no es políticamente incorrecto; es estúpido e ignorante. No es un movimiento hacia una nueva era de la moda o un entusiasmo poscolonialista, es un movimiento hacia un entendimiento honesto del mundo en que vivimos y cómo las personas han vivido en él. Mi trabajo en Canadá Mi propio trabajo en este campo se remonta a principios de los años setenta en Canadá, en la época en la que el gobierno federal estaba diciendo, de forma bastante directa, que no había algo semejante a derechos aborígenes en las leyes canadienses y que no podíamos establecer el futuro sobre lo que pudo haber sido. A partir de entonces muchas cosas pasaron. Una fue en un juzgado en los Territorios del Noroeste donde se dio un mandamiento judicial a un pequeño grupo de aborígenes, que decía--ante la propuesta de construir un oleoducto bajo el valle Mackenzie para llevar gas y eventualmente petróleo a los mercados del sur--"No pueden hacer esto hasta que resuelvan la reclamación de tierra." El juez, desafiando la visión existente dijo, "Bueno, no estoy seguro de cual es el reclamo sobre la tierra. Ni siquiera estoy seguro de si hay un reclamo de tierra. Pero me parece, como juez responsable, que al menos existe lo que los abogados llaman falta de claridad en el título. Hay un gran punto de interrogación. Por lo tanto estoy emitiendo un mandamiento judicial hasta que tengan esto arreglado." Bueno, lo positivo acerca de los grandes puntos de interrogación como esta es que asusta muchísimo a los banqueros. Este proyecto iba a costar cerca de diez mil millones de dólares y los banqueros dijeron a las grandes compañías de oleoductos, "!Un momento, muchachos¡ Tenemos problemas aquí. No podemos darles la hipoteca sobre esto porque alguien más dice que el título no es claro." Al mismo tiempo, un gran caso, involucrando a los nisga'a del valle del río Nass, que había estado en las cortes por cerca de diez años, terminó en la Suprema Corte. Los nisga'a argumentaban que su título original no había sido abrogado por un tratado o de cualquier otra forma. La corte dictaminó en contra de ellos. Se dictaminó que el título había sido abrogado, pero lo que también se hizo--y esto hace una enorme diferencia--fue decir que existía algo semejante a un derecho aborigen en la ley canadiense, lo que contradecía a lo que los políticos habían estado diciendo. Repentinamente el mundo lució diferente y el gobierno, para su crédito, dijo, "Bien, bien, bien. Supongo que hay algo semejante al derecho aborigen. Mejor tomamos en serio algunas de las reclamaciones de tierra." Empezaron un proceso en el cual me involucré desde el principio y, bien, aquí continúo. Un cuento africano, parte I Mi más reciente trabajo ha sido en el sudeste de Africa con un grupo de bosquimanos en el sur del Kalahari donde sobrevivieron a intensas brutalidades por cientos de años. Muchos de los bosquimanos fueron asesinados o murieron en diversas circunstancias. En los cincuenta había algunos viviendo todavía en la manera tradicional, cuando en Sudáfrica los expulsaron de lo que restaba de su tierra natal que ahora es el Parque Nacional Gemsbok Kalahari. Algunos fueron a vivir en distritos segregados. Otros fueron a trabajar en granjas. Aproximadamente a lo largo de los últimos quince años, han estado recreando un sentido de comunidad bajo condiciones difíciles. Pero surgieron algunos lideres destacados e hicieron del conocimiento del nuevo gobierno ANC su situación. El grupo, con la ayuda de algunas personas no-aborígenes, impulsó un reclamo, que fue aceptada por el gobierno ANC este marzo [1999], junto con los planes para restablecer la comunidad en el Parque Nacional. Una de las cosas maravillosas que pasaron durante este proceso fue que uno de los abogados (que estaba ayudándolos a impulsar el reclamo) decía consternado, "Está muy mal que nadie continúe hablando el idioma." El idioma ha sido (por cerca de treinta años) considerado extinto por los principales lingüistas. Pero el líder político de los bosquimanos le contesto al abogado, "Bueno, mamá lo habla." Y el abogado dijo, "¿En serio?" Y él dijo, "Por supuesto." Mamá--noventa y siete años en ese momento, ahora tiene noventa y nueve--vive en un pequeño pueblo justo en la frontera de Namibia. Por lo tanto, fui hasta allá con el principal lingüista del idioma bosquimano, y mamá grabó una cinta en el cual le habla a todo el que pueda oír. Ella no cree que hay otros hablantes, por lo tanto estaba hablando para un mundo que ella no sabe si todavía existe. Es realmente un momento memorable. Escuchar esto no es como ninguna otra cosa porque estás escuchando a una mujer que tal vez es--que piensa que probablemente lo es--la última hablante de un idioma en el mundo, así que ella está completamente en su propio mundo cuando ella habla ese lenguaje. Y llevamos la cinta por todos lados, siguiendo los rumores. La gente decía "Bueno, oí que Fulanito y Sutanita todavía continuaban hablando el idioma." Y encontré otros quince hablantes, muchos de ellos no habían hablado el idioma--no habían escuchado el idioma--por treinta o cuarenta años. Un cuento africano, parte II El idioma bosquimano de que estoy hablando tiene cinco sonidos de clic y ocho tonos. Es un muy, muy complejo idioma. Los lingüistas dicen que los seres humanos pueden hacer cerca de ciento cincuenta sonidos vocales. Los idiomas en ningún lugar usan algo cercano al rango completo, la mayoría no lo hace. El inglés, que es un idioma complejo y rico en sonidos, usa alrededor de cuarenta. De forma interesante, otros idiomas, incluyendo algunos asiáticos, usan menos. El francés usa cerca de veinticinco. El noruego usa cerca de cincuenta y cinco. Este idioma bosquimano y la variedad de idiomas bosquimanos en Botswana usan más de ciento veinticinco. Por lo tanto, esto da idea de lo complejo, rico e importante que es este idioma como parte de la tradición humana. Es el idioma de quienes conocen el desierto y en él que el lenguaje es un conocimiento--no sólo de los nombres, sino de la forma de ser en el desierto--porque para ellos el desierto es un lugar rico, no es un lugar empobrecido, no es un lugar sin agua. Es un lugar con cosas. Los lingüistas que han estado trabajando ahí durante este último año trajeron a un lingüista de Namibia con experiencia en uno de los idiomas bosquimanos de Namibia. Él está trabajando para establecer programas con los niños pequeños. Lo bueno de esto es que los jóvenes están muy entusiasmados en aprender el idioma. No siempre es así, pero esos son niños que están regresando a su tierra natal, para restablecer su sentido de hogar y de estabilidad, la intención es hacer esto de forma congruente dentro de lo que, en este caso, Sudáfrica puede ser y con un sentido de lo que todos podemos ser. Dios sabe, que si Sudáfrica puede moverse en esta dirección, de seguro no hay excusas para que el resto de nosotros no lo haga. Tenemos los recursos y la experiencia para proveer modelos--modelos de cómo podemos encontrar formas de construir la presencia aborigen y poner a los aborígenes en el centro de nuestro sentido de quienes somos el resto de nosotros y a donde pertenecemos.